Con el no rezo ni platico mucho aunque constantemente me queda claro que escucha lo que pienso, a veces y dependiendo de las circunstancias de mis palabras, el sabe que son para el
A Dios yo le cuento chistes, doy pie a que ocurran situaciones irónicas o estúpidas que provoquen su risa, su alegría su emoción o su tristeza, a él le encanta el humor negro, le encanta que la mierda se vuelva poesía
Cuando me enojo con Dios hablo de mi como un ente inanimado y sin sentido dispuesto a dejarse morir sin escribir ni publicar un solo libro; me gusta hacerle enojar de repente para regresarle un poco del coraje por aquella que no está.
No le reclamo por que estoy consciente que mis carencias son obra de mis decisiones, pero cuando me enojo con él, lo hago encabronar cada que puedo durante todo el día, y en la noche también; me molesta sobremanera saber que bastaría un chasquido de sus dedos para hacer que regrese, por eso lo hago enojar seguido, por eso predico que voy a matar mis dones, que no voy a publicar nada y que se puede ir al carajo con todo y sus bendiciones.
A la chingada o cualquier lado a ocupar a quien mejor le plazca siempre que no sea yo.
Los días que dura el coraje digo que no soy nada ni nadie, que nada de especial hay mis dedos en mis manos o en mis palabras, que escribir no tiene nada de mágico de sacro o de divino y que cualquiera que se lo propusiera podría hacerlo mejor que yo siempre que se diera el tiempo; por coraje nada mas digo lo que les cuento, por que se que le duele que exponga que no creo en mi, al decirlo en automático rompo mi vinculo con la fe y con el ombligo del universo, son los días en que le doy la espalda, en esos momento cierro cualquier medio de comunicación que permita a otros leer mis notas, le digo que se acabo, que no quiero nada , que quiero una vida simple y sin magia, que me importa un bledo ponerme gordo ser un mediocre y que de hecho lo pretendo lo quiero y es lo que voy a hacer, le digo que me de lo que le pido o se acabo, que se busque otro que le haga la chamba, si él no me da lo que le pido ¿Porque yo habría de cumplir con lo que me mando a hacer?
Cuando estoy que reviento contra Dios, cuando es mucho mi coraje, cuando en verdad me desespero por no tener lo que quiero; no blasfemo, cuando ocurre eso me alejo del mundo y me encierro en mi alcoba a lastimarme mentalmente las primeras horas, a prometerle y a jurarle que se acabo; es un ritual, cuando estoy listo salgo a buscarlo colgándome en el cuello a la santa muerte, esos días me emborracho y lastimo mi cuerpo acortando mi vida, el problema es que con ese tipo de actos no hay marcha hacia atrás, unas semana de fiesta son 4 años menos de existencia, 100 poesías menos que platicar y libros que ya jamás han de leer. En esos días que les cuento, cuando en realidad estoy molesto y quiero demostrarle que hablo en serio expongo mi vida poniéndola en peligro de muerte minutos antes de insultarle, piso el acelerador y a 150 kilómetros por hora y cierro los ojos esperando que algo ocurra consciente de que nada va a pasar, entonces siento como se muerde los labios, se traga su orgullo divino, y me toca los hombros abriendo mis parpados en el punto exacto en que debí hacerlo para evitar una tragedia, atropellar a una familia completa o chocar contra un autobús escolar hubiese sido lo de menos, lo malo serian todas aquellas cosas que ya no haría, que no diría o no escribiría, que no les contara o no les mostrara; y aunque probablemente mandaria a otro a que cumpliera mi trabajo, seguro no lo hubiera contado tan bien, y no lo hubiese escrito tan bonito.
Es lo que hago cuando dios me hace enojar, es la mejor manera y posiblemente la única de desquitarse del Alfa y del Omega, del principio y el fin, del dueño del tiempo creador de todo lo que está arriba en los cielos y abajo en la tierra, no es seguido que se las regreso o se las cobro, ocurre solo cuando me desespero y me resigno a pensar que la magia es falsa y que el alma no existe, que los dones divinos son chaquetas mentales, que mis dedos escriben también como los de cualquiera, que el amor no es lo más importante en el mundo y que no soy el consentido de Dios, eso ocurre cuando me resigno y me desespero, pero también se hacerlo reír y siempre que puedo trato de hacerle cosquillas maquilando la sonrisa de algún niño que con la magia de mi alma a podido sonreír.
Cuando me enojo con Dios
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