Como silencio en
su concepción más sencilla se entiende la falta de sonido, de ruido o de
palabra, y aunque el silencio carece de estos elementos lingüísticos sonoros,
se define como un lugar profundo al que nada le falta, el silencio es como un
vehículo que transporta a un proceso interior a los seres a la verdad de las
cosa. A mi entender, al silencio malamente se le confunde con la
soledad no tiene nada que ver con ella salvo el contexto físico que facilita
este estado, por el contrario, el silencio es el lugar en que reside la
concordia, junto al plano mental, astral, y espiritual de un solo ser. El
silencio no es inercia, y menos lógico y sencillo, el silencio es trabajo,
disciplina y dedicación, es una actividad intensa que se realiza en el seno de
una armonía profunda. No es tampoco un vacío, ni una ausencia, sino una
plenitud comparable a la que experimentan los seres unidos por un gran amor”. Se guarda aun la esperanza plena en mi corazón joven: El pueblo de
México no está callado ni amordazado, solo está en Silencio. Y el Silencio como
tal es el preámbulo, es la pausa y el preludio, y este no se rompe a menos que
se esté gestando algo muy importante que decir.
El filósofo, místico y mago búlgaro del
siglo pasado, Mikhaël
Aïvanhov en uno de sus libros titulado
“La voz del Silencio” Refiere
que: “Cuando todas las fuerzas caóticas se hayan por fin
calmado, el silencio se acercará, se extenderá alrededor de nosotros, y nos
envolverá con su maravilloso manto. Veremos con claridad y sentiremos de repente
que algo muy poderoso reina por encima de nosotros y nos gobierna: es el
silencio de donde el universo proviene, y al que un día regresará, cuando
conseguimos hacer el silencio en nosotros, nos ponemos en manos del Espíritu,
el cual nos guía hacia el mundo divino”.
Por otra parte podemos observar hasta
qué punto tiene importancia el silencio en los iniciados, Pitágoras en su
escuela de Crotona, hacía pasar a los aspirantes el noviciado, llamado
preparación (Paras keié) que duraba al menos dos años y podía prolongarse hasta
cinco. Estos novicios u “oyentes” (Akusikoi) se sometían durante las lecturas
que recibían, a la regla absoluta de silencio. No tenían el derecho de hacer
ninguna objeción a sus maestros ni de discutir sus enseñanzas. Debían recibirlas
con respeto y meditar sobre ellas ampliamente. Los pitagóricos, después de las
purificaciones de rigor, daban un paseo por el templo guardando silencio. Cada
despertar es una resurrección que tiene su inocencia. El alma debía recogerse
al comienzo del día y estar virgen para la lección de la mañana siguiente
usando como agente renovador “El Silencio” a lo que su gran maestro decía. Escucha,
serás sabio. El comienzo de la sabiduría es el silencio." Pitágoras
Del silencio hemos salido y a él debemos
retornar cuando llegue la hora. Cuando estamos en silencio podemos ahondar en
la significación de los misterios de la vida y es en el silencio solitario del
corazón donde descubrimos el significado de las grandes experiencias. “Es
preciso silenciar nuestra naturaleza interior para poder ver la verdad y
enfrentarse a la vida con toda equidad y firmeza”. Sólo cuando se silencia y
aquieta la revuelta de las pasiones egoístas, de los impetuosos deseos, del
odio destructor o del resentimiento es cuando puede dejarse oír la voz del
universo “Los mensajes y órdenes del poder superior no pueden ser transmitidos
a los elementos de la naturaleza inferior, ni pueden ser obedecidos con toda
exactitud sino cuando hay silencio, cuando ha cesado la disputa de las luchas
emocionales y mentales y cuando todas las partes del organismo se subordinan a
la dirección silenciosa del dueño de la conciencia.
Yo entiendo que en los escasos momentos
de silencio que se permite el hombre actual en una vida tan dinámica de
inquietas actividades, es donde se puede tener una comprensión más profunda de
las cosas y encontrar la paz. El silencio es siempre más elocuente que el
lenguaje; para los grandes amores y grandes tragedias no existen palabras, el
luto se guarda mejor en silencio, y la amistad más genuina y mas sincera se
expresa sin palabras. Entre los amigos, en los verdaderos amigos que se
aprecian como hermanos, existe una comprensión tacita, una inteligencia
callada. No es lo mismo estar en silencio que estar callado, cuando ejercitamos
el silencio, uno piensa que medita pero no lo es tal si a la ausencia de
palabras ocurre una verborrea de imágenes y circunstancias en nuestros
pensamientos. La reflexión y el silencio son dos cosas muy diferentes, ambas
son productivas, pero el silencio guarda una profundidad que se desarrolla con
la práctica y que poco tiene que ver con enmutarse, te lleva a un plano
distinto de entendimiento. He ahí la importancia de diferir a los familiares
del silencio, entre los cuales también hayamos al secreto, que con la debida
instrucción y trabajo interpretaran una exquisita sinfonía de silencio en
nuestras vidas, dividiendo las notas o el conocimiento, con silencios, sin los
cuales esa esplendida pieza simplemente jamás existirá.
Había tantas citas y tan bellas para
concluir, que era imposible elegir entre todas y decidí construir una de la
esencia de grandes proverbios y frases referidos al silencio, sin más se las
comparto porque precisamente se dice:
Que los que más hablan son los que menos
hacen, y que el discurso corresponde a hombres; la música a los ángeles, y el
silencio a los dioses. El silencio nunca cesa, y es eterno. Las voces de los
sabios y de los más compasivos no son oídas más que por quienes saben
substraerse a la palabra. Los
irreflexivos prestan poca atención al prudente consejo que deben escuchar más
que hablar. Pocos son los grandes oyentes, pero el mundo está lleno de grandes
habladores. Quien quiera aprender para llegar a sabio, debe, ante todo adquirir
el arte de permanecer silencioso mientras que observa, oye y piensa
continuamente.
Ahora bien nunca olvidemos que
calladitos nos vemos más bonitos, hasta encontrarnos por fin frente al gran
silencio de la muerte, y llegado el momento, de haber sido silente, nos
conducirá a una vida superior.
Guarda silencio y os
daré la sabiduría. Job 33:33
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