miércoles, 19 de noviembre de 2014

Victoria de la Soledad.

Al despertar, el apartamento entero se hallaba bañado en lágrimas, la tubería permitió al océano de a gotas escapar bajo el lavabo, y el mar de agua de llanto estacionado en casa de Mercedes ya buscaba los rumbos de las rodillas. Como una persona sensata remango sus pijamas por encima de los tobillos y salto de mueble en mueble sin rozar siquiera el agua hasta dar con una tina tamaño familiar, y subió a estribor e izo las velas, observo la foto de la abuela recién enterrada un par de años atrás, y pronuncio tres veces su nombre: Victoria de la Soledad, Victoria de la Soledad, Victoria de la Soledad; al finalizar el rezo fue necesario coger una guitarra vieja que la hizo de remo porque hasta el viento se apagó y el navío sin aire no podía seguir andando, para entonces una cotorra de nombre Lorenza Antonia se hallaba sentada en su hombro izquierdo, del lado del corazón, Lorenza repitió durante toda la jornada en el océano de lágrimas la misma canción para su capitán: Lagrimas del mar bañando un cielo rojo, magia de agua salada sonrisas de cristal !!! Lagrimas del mar bañando un cielo rojo, magia de agua salada sonrisas de cristal ...
Desde entonces Mercedes, conserva frascos de lágrimas milagrosas curadoras de todos los males, de todas las dolencias de todos los dolores y todos los pesares. Victorias, de la Soledad.

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