II
Se
cuenta que acá por estos rumbos se teje una nueva raza de hombres diablos, de
cinturones piteados y botas picudas, montados encima de bestias de metal con
placas gringas, bestias estruendosas que rugen corridos y sones de muerte mega
estéreo digital, en esa frecuencia van formando soldados productos del
mundialmente famoso “Mejinfanticidio”. Mejinfanticidio se llama en mi tierra a la
actividad predominante altamente cruel practicada en municipios del norte, del
este y del oeste y del sur y del centro y del bajío de la republica de las
tortillas, entrenando a los infantes para convertirlos en máquinas de guerra
soldados de muerte despojados de su humanidad y crecen, y crecen, y crecen… y
crecen en cruel agonía impulsada por seres todavía más perversos y más
lastimados más programados que son sus
padres, que les inculcan desde chicos la cultura del narco, que aplauden la violencia
con una cerveza a la mesa junto a la sonaja y un pase de coca y que piden que
vuelvan a poner la misma rola apenas dejan los pañales, que suene y suene otra
vez la sinfonía de la muerte, que suene la melodía grabada en la mente, que suenen
pacas de a kilo leyendas de contrabando y traición, que suenen y que sigan
sonando al día en que la letra se tiña de sangre por un roció de balas que acaba
con el héroe de la canción encarnado en alguno de tantos miles de fulanos que
viven y mueren de la misma manera siempre, siempre y todos los días.
Mejinfanticidio
se le llama también a la actividad ligada completa a la infancia todita con la
mano ceñida al machete ofreciendo la carne en tributo al cáncer solar y al cáncer
social, “Obligolo” al individuo mozalbete al recorrido diario de dos horas promedio
para poder siquiera aprender a deletrear mientras espera, que espere, que siga
esperando en la sierra refundido al contemple de una vida con los ojos vendados,
a la espera de otra cosecha, otro año de mal comer para sobrevivir junto a sus
seis hermanos, otro diciembre junto al fogón dentro de casa en piso de tierra,
frente a los espejitos recuerdo de alguna elección caída con la foto del
candidato del partido oficial, ya celebraran otra amarga navidad juntos… juntados,
arrejuntados, arrejuntémonos... Arre Chingar
Mejinfanticidio:
Actividad propia del sector político y empresarial de propiciar los elementos
para promover el hambre partiendo del salario como instrumento de tortura, la
falta de empleo, la intervención de la soberanía alimentaria como estrategia
neoliberal, el despojo de los pueblos, el hambre, que por no ser enfermedad de
los ricos nadie de los que puede o los que debe se ha ocupado de darle antídoto
remedio conjuro mágico que nos libre o solución.
Hasta
la protesta pierde sentido al acontecer de aquel país donde después de un breve
rugido el tiempo se apaga, se queda silente agazapado parsimonioso con un
placebo anestesiado, esperando al próximo escándalo nacional. Cada vez es más
difícil sorprenderte, pero la evolución de esa raza de hombres diablo
encorbatados, otro tipo de hombres diablo, porque los hay a muchos niveles, hay
quienes matan con balas de plomo y también hay hombres diablo de corbata, con
franjas rojas en los brazos encima de sacos italianos que los distinguen del
resto de los hombres del país, a ellos, a ellos, a ellos, a los Porfirios
Hombres Diablo, a ellos a los que mandan, ellos no usan plomo para matar, ellos
dilapidan la patria con actos criminales de políticas públicas y de una forma más
sutil nos dan una muerte lenta pero efectiva y más perversa, porque los
Porfirios hombres diablo y sus conjuros de muerte enferman el tejido social
provocando que seamos nosotros quienes nos exterminamos. Y al alzar la mano
todos juntos en esos recintos consagrados a la sanguinaria democracia al alzar
la mano ellos, lo Porfirios Hombres Diablo, de un solo tajo eliminan
generaciones completas incluso antes de nacer. He Ahí la máxima de la alta brujería de la política
Mexicana: El poder de matar sin siquiera esperar a que estén vivos.
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